El temor a hablar en público es común. Muchas personas sienten miedo al estar frente a un grupo de muchas personas. Y es que la presión y los nervios están ahí sin dejarte en paz. Suelo ser muy ansiosa y hablar frente a varias personas era lo peor que me podía pasar. Lo veía más como un castigo o, pero aún, como una maldición. Siempre detesté hablar en público. Me daba miedo a equivocarme y que todos se burlaran de mí. Sobre todo, a cometer algún error y que este fuera notorio. Pero, ¿cómo enfrenté este dilema? Hoy, te quiero compartir mi experiencia para que cuando sea tu caso, puedas poner en práctica estas recomendaciones.
¡ME PARALIZABA!
¡No imaginas el miedo que sentía! Me sudaban las manos, mis piernas temblaban y no tenía voz. Estos señales siempre aparecían cuando sabía que tenía que realizar alguna exposición en la escuela o en el trabajo. Nunca me asustó hablar con dos o tres personas, pero cuando se trata de cinco en adelante, ¡oh por Dios! Me ponía pálida. Solía olvidar todo lo que había estudiado y, peor aún, no sabía ni qué decir. Todo me lo inventaba o cambiaba el orden de lo que tenía que exponer. ¿Te ha pasado? Sé que una persona nerviosa suele demostrarlo por medio de gestos, forma de hablar y de pararse, yo me descubría con esos gestos.
¿CÓMO SOLUCIONÉ EL PROBLEMA?
Primero que nada, me mentalizo. Cuando sé que tengo que exponer ensayo frente a mi familia o mi pareja.Cuando es momento de hablar en público, me expreso con sencillez. Es decir, evito palabras complicadas, ofrezco ideas simples que pueda comprender tanto yo, como mi público. También, me organizo con días de anticipación, estudio mi introducción y otros puntos para la exposición. Un día antes de la reunión, me paro frente a un espejo para darme mayor seguridad. Otro punto es ser breve. Trato de hablar 20 minutos o menos para evitar palabras sin sentido. Evito los rollos. Además, trato de hablar natural para que no se note que estudié varias veces mi discurso. Siempre procuro vincular a mi público conmigo para crear una atmósfera relajada y no sentir más presión.
CON EL TIEMPO ADQUIRÍ SEGURIDAD
Por mucho tiempo trate de relajarme, pero nunca pude. Inclusive, inhalaba y exhalaba antes de hablar pero ni eso me funcionaba. Simplemente, la angustia me inundaba cuando estaba apunto de hablar. ¡Lo peor del mundo! Entendí que me presionaba. Hasta que puse en práctica lo anterior, poco a poco fui adquiriendo seguridad en mí. No te niego, todavía me da un poco de miedo, pero cada vez es menos.
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